Luis Humberto Velásquez Yepes y Blanca Eliza Serna Moreno

Luis Humberto Velásquez Yepes y Blanca Eliza Serna Moreno

Sunday, April 18, 2010

Biografía y Testimonio de Blanca Eliza Serna Moreno

Por: Erwin García Velásquez

El 13 de abril de 1933 nació Blanca Eliza Serna Moreno en Caicedo, Antioquia, como la séptima hija de Antonio María Serna y María Eliza Moreno Palacio. Sus hermanos mayores eran Francisco, Eduardo, Luis Emilio, María, Teresa y Conrado. A los dos meses de su nacimiento, Blanca perdió a su padre debido a un cólico hepático que le tuvo en cama por cerca de tres meses hasta su deceso. Después de enviudar, doña María Eliza se hizo cargo de su finca en la vereda el Tambor. Blanca fue la consentida de la casa por ser la menor de todos; protegida y amada por sus hermanos, en especial Francisco. Cuando cumplió 16 Blanca fue internada en el colegio de la Sagrada Familia en Urrao, Antioquia en 1950; con la ayuda del padre Mamerto Flórez. Su paso por esta institución de monjas católicas fue muy emocionante para Blanca porque allí descubrió sus dones de canto y participaba activamente en el coro de la academia, en las misas y reuniones de la iglesia. La Hermana Luzmila, fue la encargada de descubrir el talento de Blanca que venía de familia; luego su tío Joaquín Moreno Palacio era un consumado acordeonista de la zona. En su paso por el internado de monjas, nuestra protagonista conoció a la Hermana Teresa Emilia Roldán Carvajal, su maestra de tercero de bachillerato, quien era además tía política de Luis Humberto Velásquez, su futuro esposo. Según el testimonio de Blanca, Teresa Emilia era como un ángel, era una mujer con una bondad única, además de que vestía su sotana con honor. Blanca salió del internado debido a la violencia que se desató por política en el año 1952, la guerrilla amenazó con quemar el internado y matar a todas las monjas y estudiantes. Esto hizo que muchas internas no volvieran a estudiar incluyendo Blanca. En este mismo año Blanca conoció a Luis Humberto por el lapso de un mes, y fueron novios por tres meses antes de casarse en 1952. La vida lejos de madre y hermanos cobró sentido al lado del hombre que la ha acompañado por casi 60 años. Pero las cosas no fueron fáciles para estos antioqueños que se ganaban el sustento con la modistería y el trabajo forzoso en la mayordomía de fincas de café, frijol y maíz. Recién casados los Velásquez-Serna viajaron a Caramanta, Antioquia con el fin de administrar la finca Paraguay. Luego viajaron al departamento de Caldas en las inmediaciones de Supía para trabajar en la finca Buenos Aires-vereda Carmaná, donde estuvieron en dos temporadas distintas. El dueño del lugar se llamaba Carlos Ortiz, hombre honesto y quien confiaba plenamente en la administración de Luis Humberto. Fue allí en ese lugar que Luis Emilio Ospina y Natividad de Ospina, vecinos de los Velásquez, les compartieron las verdades del evangelio Adventista a los Velásquez a finales de los 60’s. Blanca era una mujer muy piadosa y activa en la parroquia de Supía. El Padre Herrera le confiaba la recogida de limosnas, repartir regalos en época de navidad y muchas otras tareas al lado de la Sra. Imelda Ribera. Por esos días los Ospina venían con más frecuencia a la finca, trayendo muchos presentes, gallinas rellenas, y mucha música cristiana con guitarra. En muchas ocasiones los adventistas llegaron con serenatas cristianas a la media noche en medio del frio de la montaña. Eran hombres piadosos que ganaron la confianza de los Velásquez. Al poco tiempo después comenzaron los estudios bíblicos y los problemas también. Los estudios bíblicos nacieron luego de que Blanca pidiera la biblia católica y la “protestante” para comparar los textos. Al poco tiempo ella se dio cuenta que sus temores acerca de la falsedad de la biblia no católica eran infundados. También halló fundamento para creer en la necesidad de entregar su vida a Jesús y obedecer sus mandamientos que incluían el reposo en el sábado y la reforma en la dieta. En consecuencia todas las imágenes de santos desaparecieron y en lugar de figuras de María en los cuadros de la casa, había versos bíblicos en guardados por los mismos marcos. Los comentarios negativos de los vecinos no se hicieron esperar, especialmente los del Cura Herrera, el presidente de acción comunal y la familia Montoya. El cura viajó desafiante a la finca Buenos Aires con intensión de excomulgar a la familia que había en su opinión abrigado la masonería y abandonado la fe. Mientras cabalgaba y acompañado de un acólito y del presidente comunal, el cura arremetía contra los Velásquez. Los Ospina coincidían en la casa ese día para un estudio bíblico, atónitos y estupefactos vieron como Doña Blanca valerosamente contestaba con biblia en mano que ellos, “no predicaban la verdad completa” que ella creía en la biblia, que era necesario que los sacerdotes le dijeran la verdad la gente y que bien podían excomulgarlos porque ellos no volverían a la iglesia católica jamás. El cura abandonó la propiedad con un dejo de derrota y perplejidad. La guerra de intolerancia continuó motivada por el cura, los vecinos se empeñaron en sacar a los Velásquez de la zona. La situación se agravó cuando los Montoya intentaron asesinar por la espalda a Luis Humberto cuando este iba a recoger una mula en un potrero. Luis Humberto estaba recién bautizado en la fe adventista en la iglesia del Sinaí pastoreada en aquel entonces por el pastor Almeida. Ese día Luis recibió la prueba más fuerte de su vida. Los Montoya habían preparado una emboscada, los machetazos le llegaron por la espalda a Luis Humberto; la cabeza, la cara, y las manos, en donde perdió más de tres dedos fueron las heridas mortales que recibió. Los victimarios fueron Gonzalo Montoya y su padre; Luis quedó tirado en un potrero sangrando, esperando disparar el pequeño revólver que tenía en el bolsillo como defensa, el cual paradójicamente no sirvió. Los hermanos Ospina llegaron al auxilio y lo trasladaron a Supía casi muerto. La gente que no creía que hubiesen atacado a un señor tan decente como don Humberto. Los ataques del enemigo continuaban en la forma de pedradas al tejado de la casa, amenazas de desalojo forzoso y hostigamiento. Entretanto Blanca predicaba con su biblia y una hoja de cuaderno que contenía los versos bíblicos que le daban sustento a su nueva creencia. Los Ospina fortalecían a los Velásquez con sus visitas y serenatas cristianas. Finalmente los Velásquez fueron desalojados de las tierras de Supía-Caldas con fuerza policial, no sin antes haber perdido el producido de frijol, maíz y café que habían sembrado meses antes. La vida ha sido abundante para los Velásquez-Serna quienes después de 50 años de esos incidentes en la vida permanecen casados, con salud, con diez de sus hijos, más de 30 nietos y una decena de biznietos. Todavía más significativo ha sido la manera como ellos han esparcido el mensaje adventista en más de tres departamentos a lo largo de su vida, con consecuencias eternas que solo Dios conoce y premiará muy pronto. Que esta biografía sirva de inspiración para toda la familia Velásquez, como un motivo para servir a Dios a pesar de las dificultades de esta vida.

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